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El 8 de marzo se celebra el Día Internacional de la Mujer y nos vemos rodeados de publicaciones que van desde bromas y felicitaciones hasta complejos análisis globales realizados por organismos gubernamentales como el BID y la ONU. Muchos se refieren a la “equidad de género”.

Pero ¿qué exactamente significan estas palabras? Empecemos por Género: “es la construcción social que se hace a partir de la diferencia biológica hombre – mujer.

La mujer, biológicamente hablando es XX en cuanto a sus cromosomas, tiene útero, mamas, puede albergar una criatura en su vientre, entre otras características biológicas que aún la ciencia no termina de descubrir.

Sin embargo, la construcción social de la mujer se refiere a los roles y funciones que le atribuye la sociedad. Por ejemplo, en algunas sociedades más tradicionales la mujer es sinónimo de madre, que se preocupa de la casa, usa vestido, se pinta las uñas, etc. En otras sociedades, la mujer no puede manejar, no puede estudiar, requiere protección, es el sexo débil, entre otros.

Antiguamente, y de menor manera aun hoy en día, las diferencias biológicas, como la diferencia de fuerza física o el embarazo, colocó a la mujer en una situación de inferioridad física que conllevó a subestimar otras capacidades y a sobrevalorar ciertas capacidades del hombre.

Las sociedades están evolucionando y la tecnología está cambiando totalmente las concepciones de género y por lo tanto, también los valores que se le asignan a los roles de hombres y mujeres. Sin embargo, aún estamos muy lejos de que la mujer tenga el mismo acceso y oportunidades que tienen los hombres.

Mientras más sutil la discriminación más difícil de atacar. Incluso muchas mujeres no toman conciencia de cómo estos roles y funciones que la sociedad le ha atribuido merman sus opciones de gozar de los mismos derechos que su contraparte masculina.

Por ejemplo, a lo largo de años trabajando en reclutamiento y selección de personal he sido testigo de que las estadísticas no mienten: los hombres tienden a negociar más aguerridamente su salario que las mujeres y los empleadores están más dispuestos a aceptar la exigencia de un salario más alto cuando viene de un hombre que cuando viene de una mujer.

¿Por qué? En la mayoría de casos no hay una respuesta racional. Sin embargo, luego de trabajar con grupos de gerentes en talleres de equidad de género, lentamente, afloraban algunos sesgos inconscientes, tanto de hombres como mujeres, que esbozaban un intento de explicación. Aquí algunos de ellos:

  • El hombre es el sostén del hogar y la mujer trabaja para completar el ingreso, ergo, no necesita ganar tanto.
  • La mujer es menos ambiciosa.
  • La mujer es más comprensiva y predispuesta a ceder.
  • La mujer tiene menos oportunidades de donde elegir.
  • La mujer tiene limitaciones para viajar por las cargas familiares.

Lo interesante aquí es que estos sesgos eran compartidos, de manera inconsciente, por panelistas hombres y mujeres y por las propias entrevistadas.

Similares sesgos se pueden observar cuando se evalúa el desempeño, se asignan las capacitaciones o definen las promociones a puestos de más responsabilidad. De esta manera, éstas y otras variables se van confabulando silenciosamente dando como resultado lo que las instituciones nos muestran: “SERVIR analiza que en las empresas privadas formales peruanas, el hombre gana 32% más que la mujer en puestos iguales[i]. “

Si bien lograr la equidad de género es un ideal que les toca a los gobiernos asumir, todas y todos podemos contribuir. En nuestro próximo artículo entraremos en mayores detalles de lo que podemos hacer como individuos, sin embargo, el gran primer paso es tomar consciencia de esta dimensión social que nos juega en contra y empezar a ver lo que hasta hoy era invisible a nuestros ojos.

[i] INEI Encuesta Nacional de Hogares (ENAHO) 2004 – 2013

Ministerio de Trabajo y Promoción del Empleo – Planilla Electrónica 2014

Ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables 2014

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Iris Reyna, entrenadora de líderes